El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez
Parrilla, dijo este miércoles que la abstención estadounidense en la
votación sobre el bloqueo de este año en las Naciones Unidas era una
«señal promisoria» y espera que ese cambio se «refleje en la realidad».
Ha tomado 24 años para la rectificación del voto en solitario de
Estados Unidos en esta sala; han sido 24 años de aislamiento y fracaso y
58 años de resistencia de nuestro pueblo, afirmó Rodríguez Parrilla
ante los Estados miembros de la ONU.
El resultado de la votación de este año de la resolución cubana que
pide el fin del bloqueo de Washington contra Cuba fue histórico, con 191
votos a favor, la abstención de Estados Unidos e Israel y ningún
sufragio en contra.
El ministro cubano calificó de alentador el enfoque de la
representante de Estados Unidos en la ONU Samantha Power, que anunció en
el estrado la intención de su país de abstenerse lo que suscitó
aplausos en la sala.
La diplomática estadounidense argumentó que la resolución votada hoy
era un ejemplo perfecto de que la política de aislamiento contra Cuba no
funciona, ytermina aislando a los propios Estados Unidos.
Un ejemplo de ello es lo que está sucediendo hoy en las Naciones Unidas, dijo Power.
Asimismo refirió que el presidente Barack Obama ha decidido abandonar
el camino del aislamiento e iniciar la ruta del diálogo, por ello se
restablecieron las relaciones diplomáticas y se abrieron embajadas en
ambos países.
Power explicó que abstenerse en esta resolución no significa que
Estados Unidos esté de acuerdo con todas las políticas aplicadas por
Cuba.
Reconocemos que en nuestra historia también hay motivos para
relacionarnos y reconocemos las áreas en las que el gobierno cubano ha
tenido muchos éxitos, dijo.
En su intervención, el canciller cubano señaló que el voto de era un
paso positivo en el futuro mejoramiento de las relaciones entre Estados
Unidos y Cuba.
Rodríguez Parrilla se preguntó si con el cambio de postura de Washington cesarían las prácticas negativas contra Cuba.
Comentó al respecto que esa política impuesta a Cuba hace 54 años
persiste y mantiene su marcado carácter extraterritorial que afecta a
todos los estados miembros de la ONU.
Reconoció que el propio Obama y otros funcionarios han calificado el
bloqueo económico, financiero y comercial como obsoleto, sin sentido,
inviable, una carga para los ciudadanos de ambos países y un daño al
pueblo cubano.
Rodríguez Parrilla señaló que la mayoría de las regulaciones
ejecutivas y las leyes que establecen el bloqueo están vigentes y
permanecen aplicadas con rigor.
Reconocemos que las medidas adoptadas por Obama son positivas pero
con un muy limitado alcance, sostuvo mientras ejemplificó con algunos
efectos negativos de esa política.
La diplomática estadounidense recordó en su intervención que cuando
se desató el brote de ébola en África Occidental, Cuba y Estados Unidos
fueron capaces de cooperar de manera conjunta para combatir esa
epidemia.
El aporte de Cuba en la lucha contra el Ébola significó una
contribución muy grande para un país de tan solo 11 millones de
habitantes, aseguró.
Power destacó la valentía del doctor cubano Félix Sarría Báez, quien
se infectó del virus en el cumplimiento de su misión, y luego regresó a
combatir esa enfermedad. Reconoció además a los médicos
internacionalistas cubanos y a los integrantes de la Brigada Médica
Cubana, Henry Reeve.
Por su parte, el Canciller cubano reconoció las emotivas palabras de
Power en ese sentido pero ejemplificó que el despliegue de la ayuda
médica cubana fue obstaculizado por la persecución financiera de
Washignton que se mantiene en pie.
Bruno Rodríguez insistió en que el bloqueo sigue siendo una violación
masiva, flagrante y sistemática de todos los cubanos y clasifica como
acto de genocidio, además que clasifica como un obstáculo para la
cooperación internacional.
El bloqueo es el principal obstáculo y es una violación flagrante al
derecho internacional, la Carta de la ONU y la proclama de América
Latina y el Caribe como zona de paz, dijo.
Obama conserva facultades ejecutivas para continuar transformando la aplicación práctica del bloqueo, dijo el canciller cubano.
Respecto a la reciente directiva presidencial de política, publicada
el pasado 14 de octubre, señaló que a la vez que afirma que el gobierno
de EE.UU. reconoce al gobierno Cuba, no oculta el propósito de alterar
el orden constitucional y promover cambios en el sistema político,
económico y social, ni esconde la intención de promover programas de
corte injerencista.
Ya somos libres porque en 1959 nos liberamos del imperialismo
estadounidense, dijo. A la iniciativa para una nueva Cuba de George W.
Bush del año 2002, los cubanos respondieron con 8 millones de firmas en
respaldo a la enmienda constitucional que proclama el carácter
irrevocable del socialismo en nuestro país.
Sería provechoso reconocer que cambiar Cuba es un asunto soberano de los propios cubanos, concluyó Rodríguez Parrilla.
Por:
Que alguien nos lo recuerde, por favor. Han pasado 57
años y yo acababa de nacer. El Presidente Obama no había nacido. ¿Cuál
fue el punto de ruptura de Cuba y los Estados Unidos?, ¿por qué,
apenas un año después de iniciada la Revolución, en diciembre de 1960,
el Gobierno estadounidense suprimía la cuota azucarera que cada año
reservaba al principal producto cubano de exportación?, ¿acaso porque se
violaban los derechos humanos? No lo creo.
La Revolución había
derribado una dictadura que los violaba impunemente, que asesinaba a los
jóvenes en las calles. Aquel ejército asesino y corrupto combatía a los
insurgentes en las montañas orientales, con armas estadounidenses. ¿Por
qué, si no habían roto con Batista, rompían con el recién estrenado
gobierno revolucionario? Ah, la doctrina imperial de seguridad
nacional: el país no termina donde termina, se extiende hasta las torres
de petróleo del Medio Oriente o de Venezuela, hasta cualquier lugar
donde operen o pretendan operar las trasnacionales.
Se le impuso el
bloqueo económico, comercial y financiero a una semicolonia que se
insubordinaba; algo que, ciertamente, afectaba sus intereses económicos
trasnacionales.
Nuestro Presidente ha propuesto al Gobierno de los Estados Unidos
una convivencia civilizada que acepte y respete las diferencias. Pero
cuando el Presidente Obama habla de que el bloqueo no produjo los
resultados esperados y que ha decidido por ello cambiar de estrategia
(no de fin), dudo. ¿Será posible?, ¿querrán, de verdad, ellos? ¿No será
que el multipartidismo que exigen y el desarrollo de la propiedad
privada que desean se asocia no a la Carta de los Derechos Humanos, sino
al Decálogo de una soñada Reconquista económica y política?
Creo que la visita de Obama es un paso positivo. Es un hombre
carismático. Con su sonrisa y su inteligencia natural, conquista
corazones. Nosotros, quiero decir, los cubanos de las últimas décadas,
conocimos a otro tipo de líder. El candidato a un cargo político en
aquella sociedad debe ser un producto apetecible para el potencial
consumidor: debe saber reír con los humoristas de turno, y si es
posible, hasta bailar. Los electores-consumidores lo tendrán en cuenta
—se supone—, si es simpático, y parece seguro de sí.
Su programa de
gobierno recogerá dos o tres tópicos de gran demanda para el sector que
representa y mantendrá el orden establecido. Yo agradezco que venga, y
que intente capturar mis sentimientos. Pero los cubanos hemos estudiado,
y eso sirve de algo: las medidas que ha tomado para desestructurar el
bloqueo, en lo posible, eluden la colaboración con el Estado, que es por
cierto quien asegura la salud y la educación gratuita de todos los
cubanos, y la seguridad social de niños, ancianos y desvalidos. Su
propósito, insiste en ello, es estimular el éxito de los llamados
“emprendedores”, los pequeños y medianos propietarios. Cree que ellos
abrirán el camino hacia el capitalismo cubano.
El capitalismo cubano,
desde luego, no sería muy cubano. Y aquí está la bola escondida; porque
si las trasnacionales regresan y se apoderan del país como antes, los
pequeños y medianos propietarios serían barridos. Resulta que,
paradójicamente, los cuentapropistas cubanos serán exitosos mientras
vivan en una sociedad socialista.
A pesar de estas cavilaciones incómodas, me sentí satisfecho cuando
dijo: “el destino de Cuba no va a ser decidido ni por Estados Unidos ni
por otra nación, el futuro de Cuba —es soberana y tiene todo el derecho
de tener el orgullo que tiene— será decidido por los cubanos y por nadie
más.” ¿Entenderá lo que para nosotros significa, en términos de soberanía
nacional, que ocupen ilegalmente por más de cien años parte de nuestro
territorio en Guantánamo?
Si la idea es que nuestros pueblos se encuentren y compartan con
libertad sus criterios, aceptamos el reto. Nosotros también tenemos
cosas que aportar y criterios que defender; no es gratuito el interés
mutuo por desarrollar investigaciones médicas conjuntas, y por colaborar
en el control de epidemias que afectan por igual a todos los pueblos
del mundo, como las del cólera en Haití, el ébola en África o el zika,
más recientemente. Entonces, no entiendo por qué Obama, si elogia la
actitud de Cuba en África, mantiene el programa que estimula la
deserción de los médicos y enfermeros que colaboran en otras naciones.
La lógica de la convivencia civilizada conduce a la eliminación
incondicional del bloqueo. Y descarta frases como esta: “hay mayor
interés en el Congreso para eliminar el embargo. Como dije
anteriormente, la rapidez con que ello suceda, en parte va a depender de
que podamos solventar ciertas diferencias sobre asuntos relacionados
con derechos humanos.” La no aceptación del sistema político cubano,
digámoslo de una vez, nada tiene que ver con principios o convicciones
humanistas, sino con intereses económicos imperialistas.
Fidel y Raúl
—tanto como Camilo y el Che, entre otros— conquistaron el corazón de los
cubanos en 1959, no por un estudiado carisma eleccionario, sino porque
primero pusieron en juego el suyo propio, porque más que con palabras —y
no se puede decir que hablaran poco— hablaron con hechos. Es el tipo
de líder al que se acostumbraron los cubanos.
Obama no pudo resistir la
tentación de fotografiarse con la silueta del Che a sus espaldas; él
nada tuvo que ver con su muerte, desde luego, pero es el Presidente del
imperio que la decretó. ¿Intentaba apoderarse del símbolo o solo se
llevaba a casa un souvenir? La apropiación y la manipulación de los
símbolos podría ser tema de otro artículo.
Que acepten nuestro socialismo pacífico no es un grave problema, Cuba
no es una amenaza para los Estados Unidos. Pero si el imperialismo no
se contiene, por naturaleza, en sus fronteras, ¿qué hacemos? Esta visita
ya es histórica. Hacía 88 años que no venía un Presidente de ese país;
antes del 59, la colonia se administraba desde la Embajada. El puente
de la confianza debe construirse desde las dos orillas.